Como terapeútas físicos nos encontramos fuertemente ligados con la actividad física y todo lo que se relaciona con ésta, pues estamos al tanto de los beneficios que genera el mantener una rutina adecuada y constante de ejercicios, por tal motivo no resulta raro que recomendemos a los pacientes el cambiar sus estilos de vida sedentarios por una vida más activa.
Sin embargo muchas veces nuestra labor en éste sentido se limita a las recomendaciones e indicaciones sobre lo que se debe hacer y como se lo debe hacer, pero en general olvidamos que los pacientes a causa de su patología o del mismo dolor de encuentran desmotivados, por tal motivo el papel del terapeuta físico en la motivación es fundamental para el paciente, es decir nuestro rol no debe estar centrado únicamente en la preparación física, sino también involucrarnos en generar mejoras en el autoestima y confianza del paciente.
Probablemente muchos consideran que ésto se sale de los alcances de nuestra profesión, pero si se toma en cuenta la cantidad de tiempo, la estrecha relación, así como el contacto directo que mantenemos con los pacientes durante cada sesión facilita entender el hecho de que nuestro accionar esta directamente relacionado con la mejoría del paciente, entendiéndose que para alcanzarla se necesita abarcar no solo la parte física del paciente, sino también su parte emocional.
Me parece interesante tu comentario Dany, pues en muchas de las veces aunque no lo queramos hacer nos centramos en tratar la patología del paciente y dejamos en un segundo plano la parte de motivación, gracias por hacernos caer en cuento de este aspecto y compartirnos.
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